Acerca del autor

 

Gonzalo Rocha (Rocha) Ciudad de México 1964. Supo por primera vez de Posada cuando tenía 11 años al leer un fascículo de Los agachados de Rius titulado “El novio de la muerte” y luego por una espléndida ilustración del caricaturista Rogelio Naranjo en las páginas iniciales de su libro Me vale madre. No fue hasta 1986 cuando colaboró en el suplemento de “Calaveras” coordinado por Magú en el entonces recién creado diario La Jornada que hizo consciencia sobre el gran arte de José Guadalupe y la sabrosa herencia caricaturesca que el de Aguascalientes les legó a los moneros; la tradición periodística que Posada inició un siglo antes junto a su editor Vanegas Arroyo de ilustrar con huesos rimas burlonas o “calaveras”. A partir de allí, por más de dos décadas, Rocha no se perdió de ser parte de esta tradición los días 2 de noviembre, dibujando esqueletos de políticos y personajes de la cultura y la farándula. Tras los primeros diez años del siglo XXI cuando la oportunidad de editar suplementos en la prensa terminó, participó en exposiciones conmemorativas al hidrocálido ilustre y desde hace seis años trabaja en talleres de litografía y grabado emulando las técnicas del gran maestro, hoy descontinuadas para efectos de impresión de periódicos, pero sobrevivientes para hacer piezas de gráfica artística.

 

La vida no vale nada…y la hoja suelta un centavo es un libro hecho con los pobres retazos de biografía de Don Lupe y las ganas de homenajearlo como suponemos que más le hubiera gustado: con dibujos en una novela gráfica.

 

De formación autodidacta Rocha comenzó a publicar en revistas y periódicos en 1979. Desde hace 40 años aparece diariamente en el diario La Jornada y durante 21 años (1999- 2021) fue colaborador del semanario Proceso. Es licenciado en Historia por la UNAM y Miembro del Sistema Nacional de Creadores. Con Editorial Resistencia ha sido autor de Los Gachos y el Evenflo (2014) y coordinó y participó en “Cácaro” La época de Oro del Cine Mexicano en Monos (2016). Ha recibido el premio Yomiuri en Japón y el Marcorelli en Italia. En 2020 fue merecedor del Premio Gabriel Vargas en su 5ª edición.